Chana está en un alto. Se muestra espléndida hacia el Teleno, y este le corresponde con la más bella estampa que podría ofrecer. Pero Chana es tímida y por ello esconde la mayor belleza en su interior.
Existe un hermoso camino que une a Chana con su río. Y es que Chana reparte su amor entre en protector de los maragatos y la corriente de
agua que les da vida.
Cuantas veces he paseado por la senda que lleva desde la Chana altiva a la Chana recogida. Caminando, en bicicleta o a caballo. Sólo o acompañado. Bajo la luz del sol o gracias al resplandor de las estrellas. Lúcido o cansado. Desde las Eras hasta el Río, pasando por la Llamera de la Cruz. He pasado por atajos llenos de espinos, bebido agua de sus molderas y descansado en caminos flanqueados por avellanos. He atravesado prados sembrados de chopos que marcan el camino al Duerna. He escuchado a las mierlas, estorninos o cucos. También he subido a las montañas de piedra de origen incierto. Y siempre he llegado al taller y a sus casas.
Y es que Chana está en un valle, escondida, y alza sus mejores galas a lo alto, sobre un castro, mostrándose al Teleno.